Seguro que a más de uno no le gustaría correr por el campa uno de estos días de otoño porque echaría de menos la voces y las tiendas del verano.
Sin embargo, por estas fechas, el campa adquiere una imagen muy romántica: el suelo se llena de hojas, de alguna que otra manzana y de alguna que otra castaña, brillan los frutos de los acebos y hay silencio.
Nos gustaría compartir un poco con todos vosotros estas caras menos conocidas de la instalación.