Si fuésemos conscientes de todos los beneficios que la risa puede aportar a nuestra salud seguro que pondríamos tanto interés en reír como en comer sano, hacer ejercicio en el gimnasio o ir abrigados en invierno.
Entre las diversas bondades que se atribuyen a la risa con una base científica destaca su poder analgésico, yendo de perlas contra la artritis, los dolores musculares y la depresión. Además mejora la calidad de nuestra sangre reduciendo el colesterol y regulando la presión sanguínea, sin olvidar que disminuye claramente los niveles de estrés. La risa abre el apetito y facilita la digestión y el transito intestinal con el masaje que suponen las contracciones abdominales, lo que hace tan recomendable una agradable sobremesa.
A la lista de los efectos saludables para el cuerpo hay que añadir los beneficios anímicos, puesto que la risa distrae el miedo , espanta la apatía y aplaca la ira y «la crispación», generando en su conjunto una actitud positiva ante la vida que viene a dar en eso que llamamos ser feliz.
Por si fuera poco la risa ayuda a mantener una piel sana, embellece el rostro, hace amigos y alarga la vida: una vida que contará con muchos momentos alegres para recordar.