En la información que proporcionamos para padres y acampados antes de cada campaña de campamentos nos gusta avisar del criterio que seguimos con las visitas al campamento, que es bastante escueto y no ofrece dudas: simplemente no están permitidas. Pero además no nos gusta pasar por descorteses, simplemente no tenemos tiempo para atenderlas como se merecen, ya que creemos que alteran el ritmo y la vida normales de la actividad; la responsabilidad que asumimos con los chicos absorben todo nuestro tiempo. Por eso aprovecho la ocasión para saludar a los familiares que ayer visitaron el campamento y entendieron a la perfección los motivos que acabo de explicar.
Hace ya muchos años que tampoco hacemos «día de las familias», una medida que acabaron aplicando casi todas las actividades de este tipo, y los motivos son también bastante convincentes. Por un lado interrumpen esa evolución natural que se va produciendo en las diferentes fases de la estancia de los chicos en el campamento, por cuanto es someterlos a otro reencuentro, otra despedida, etc. Por otro lado, como no todos los chicos recibían la visita de sus familiares, se producía una bajada de moral entre estos últimos que no siempre era fácil de recuperar. Por todo ello decidimos dedicar el día de puertas abiertas al 1º día y al último, apropiados, de paso, para las últimas indicaciones en el día de incorporación, o para una breve evaluación in situ, el día de dislocación.
Por lo demás, la crónica de ayer nos dice que hubo mercado hippy en el campamento. Los chicos practicaron la vieja usanza del trueque, por el que podían intercambiarse los productos del trabajo artesanal que cada uno había realizado previamente en los talleres por los de cualquier otro compañero. Pulseras, sombreros, camisetas teñidas, avalorios varios… había de todo lo que la imaginación de cada cual había dado de sí.
Y hoy, décimo día consecutivo de buen tiempo, hubo circo entre los Chispas, y cuando esto escribo, una pecosa de 8 años que se llama Marina me cuenta entusiasmada que ella pertenecía al grupo de peligrosas fieras…yo le respondo que con esas pecas más parece un gato inofensivo, pero su rugido acaba convenciendome.
El resto del Campamento se dedicó a representar una página más de este particular TBO que entre todos están convirtiendo en un inolvidable comic humano que a buen seguro recordarán muchos años.
Desde mi viñeta, para todos los lectores, un cordial saludo del reporter Tribulete.