En medio de toda la vida que irradiáis quienes pasáis por aquí, así como vuestros mensajes, quiero hacer una parada para, desde el gran dolor por la pérdida, dedicar un sentido homenaje a Mª Ángeles Díez Alonso que, desde la vitalidad más arrolladora, apostó permanentemente por un mundo mejor, desde su trabajo docente, o comprometiéndose en cuantas causas justas se pusieron a su alcance. No es casual que, por lo dicho, hace ya más de 10 años apostara por nuestros campamentos para ampliar la formación de sus hijos: Pablo e Irene, para todos nosotros Guti y Gutina. Y lo hizo casi de manera “militante”, hasta el punto de convertirse en una suerte de Nhorte (Monitora) honorífica de guardia, apoyando en cada uno de sus mensajes o de sus contestaciones a otros mensajes lo que entendía era la esencia de este proyecto, siempre destacando todo lo que de positivo les había reportado a sus dos hijos, hoy Nhortes de un puñado de campamentos en los que se dejaron y se dejan cada año la piel con los chavales…seguramente como su madre les enseñó.
Ángeles siempre se mostró muy generosa con nosotros en sus agradecimientos por el trato que dimos a sus hijos, por lo que Nhorte supuso y supone para ellos; lo que ella no sabía es que nosotros también aprendíamos simultáneamente de ella, de su manera de encarar la educación con adolescentes, de su manera de entender la libertad, de su compromiso social, de su confianza en los jóvenes y en sus capacidades. Además de un honor, fue un placer compartir conocimientos con esta gran mujer.
Ángeles, esto no se hace, ¿ahora quien nos va a apoyar cuando otras críticas se muestren pesimistas? ¿Quién va a salir al paso para defender el optimismo?
Estas páginas se quedan un poco huérfanas sin ti… y yo, personalmente, te voy a echar mucho de menos. Sólo me queda buscar el consuelo en la ternura de los ojos de tu hija y en la fuerza de la naturaleza que es tu hijo, así como en la inteligencia heredada por ambos. Pero esto no se hace, no, aun había muchas cosas por hacer y muchas conversaciones pendientes. Aun tenías mucho por enseñar, porque ambos sabíamos que en esto de enseñar, como en lo de aprender, nunca se acaba, es materia orgánica, como tu espíritu, que siempre revoloteará inquieto sobre nuestra tarea. Descansa en paz, compañera del alma, compañera.
Teño.