Es una de las propuestas más repetidas la de hacer del Ateneo un espacio más cómodo para todos y es que, como todos recordaremos, las gradas que lo componen se asientan sobre un terreno más o menos inclinado, de modo que todo aquel que haya sido cometa recordará cómo o mejor dónde terminaba algunas tardes tras sus apasionados gritos y canciones.
El caso es que después de 18 veranos los ateneos van a pasar por el taller y el suelo que los acoge va a ser allanado por una excavadora. Por lo demás intentaremos no hacer tantos cambios en él que no permitan a los veteranos reconocer el gustillo del lugar desde el que vieron atardecer tantas veces.