En ocasiones tenemos la tentación de pensar que una ciencia como la astronomía es un invento europeo, de hecho lo que la ha llevado a ser motivo de celebración este año es, como contamos en enero, las obsevaciones de Galileo en el siglo XVII. Sin embargo hemos de reconocer que otros pueblos fueron capaces de descubrimientos y cálculos astronómicos incluso muchos años antes, como es el caso de los Mayas.
Los Mayas fueron un pueblo que ya vivía en la región de la península de Yucatán, en Méjico, más de 4.000 años antes de que Colón llegase a América, momento que no fue para ellos sino el comienzo del fin de su apasionante cultura.
En el terreno de la astronomía realizaron cálculos muy precisos que les permitían prever eclipses, describir el movimiento de los planetas o confeccionar calendarios fiables con años de 365 días que dividían en semanas y meses, aunque de duración distinta a los nuestros. Su sistema numérico era vigesimal (no decimal como el nuestro), seguramente inspirado en los dedos de las manos y de los pies, y se constata que conocían el tan importante número Cero en el siglo III de nuestra era, cuatro antes de que llegase a Europadesde la India de la mano de los árabes .
Centraron su interés en el estudio del Sol y la Luna y también de Venus, conocieron la Vía Láctea (El Árbol del Mundo) e imaginaron y rodearon de historias a sus propias constelaciones como el jaguar, la serpiente, el escorpión, la tortuga o el tiburón.
También fueron grandes arquitectos y creativos constructores que edificaron pirámides que servían además de centros de estudios astronómicos. La que veis en la foto es la de Chichén Itzá: las 4 escaleras de sus 4 caras suman tantos escalones como días tiene el año y las sobras de sus cornisas ofrecen imágenes curiosas al paso del sol en ciertos días del año. Por cierto, esta pirámide está cerca de Valladolid, una bonita ciudad mejicana homónima de la nuestra.