Dormir fuera del campamento es una activadad curiosa sin duda alguna: cada cual se ve obligado a coger las cosas necesarias y sólo las necesarias (a ser posible no menos), meterlas en una mochila y ponerse en marcha hacia un lugar en el que pasar la noche distinto de la tienda o la cabaña que desde algunos días es ya su casa.
Las pequeñas incomodidades producidas por este cabio se ven compensadas con la aventura que siempre aparece en el camino y que hará que a la vuelta haya algo que contar. Además la tienda o la cabaña se perciben entonces como un lugar delicioso, como un verdadero aunque sencillo hogar.
Los ecos salieron de pernocta ayer y hoy lo hicieron los cometas y zulús de modo que en el campamento sólo quedan los chispas como dueños y señores de todo: ellos también darán un paseo por los alrededores aunque volverán a dormir al campa.