“No hay camino hacia la paz; la paz está en el camino”, decía Gandhi. Nosotros le tomamos prestada la frase para aplicarla a todo lo que estos chicos viven cuando se echan al camino.
Chispas y Cometas, los “jugones” por excelencia, son menos de andar –“¿cuánto falta?” preguntan a los cinco minutos de salir-, por eso les hacemos salidas cortitas, porque a ellos lo que les va es llegar y jugar, básicamente; lo del camino se lo pierden un poco. Pero Zulus y Ecos, que ya tienen más criterio (Chispas y Cometas es que no saben lo que es el criterio siquiera), habitan el camino y hablan, establecen vínculos, se ayudan, trabajan en equipo hasta hacer una piña. Por eso, para ellos, el camino está lleno de contenido, y porque estos caminos de la campiña asturiana se prestan mucho a disfrutarlos, a conocerlos mejor. En fin, que hay para ellos un gran disfrute en el camino, antes de llegar a su destino.
Y así las cosas, los pequeñarras pudieron conocer San Justo, muy, muy asturiano, mágico y a la distancia ideal para su edad. Si además reciben la visita del hada madrina Amparo, cargada de presentes y de fantasía, pues miel sobre hojuelas.
Los Cometas pudieron disfrutar de las piscinas y juegos del Autocine, todo un clásico, pero con parte del recorrido en bus, para acortar el tiempo entre ir y jugar.
Los Zulus recorrieron la costa, previa construcción de vivac para pernoctar en Merón –como a la antigua usanza-, hasta descender en piragua la ría de Villaviciosa. Y los Ecos, andarines por excelencia, llegaron hasta Arriondas, donde navegaron las bravas aguas del Sella como jabatos después de demostrar que el trabajo en equipo tiene muchas ventajas.
Para la recta final se anuncia un tiempo excelente, así que es el momento de juntar a los grupos de edad en las actividades y echar el campa a volar.