Todo el campamento va haciendo lo que puede por vivir un poco como los indios que tiene en la cabeza. Se recorre el territorio, se encienden fuegos y se canta y se baila en torno a él.
Levantar un pequeño tipi, una simple torre de maderas, reproducir a escala un poblado entero pueden acercarnos al esfuerzo que suponía un modo de vida tan básico y cercano a la tierra.
Hoy los zulús y ecos siguen de vivaqueo fuera del campa, los chispas salieron a recoger frutos silvestres y los cometas comieron fuera del campa tras un paseo del que volvieron con palos para sus construcciones.
La noche pide fuego, historias legendarias y descanso,