Después de una incorporación sin nada especial que reseñar, salvo los ojos ilusionados y un poco asustados de los chicos al llegar, comenzó el segundo día con un sol más veraniego que el que hemos tenido hasta ahora, esperemos que sea el presagio de un turno sin agua (aunque si queremos que esta hermosa tierra siga luciendo tan verde, es necesario que, de vez en cuando, vea regados sus prados y pastos).
Y cuando «Lorenzo» (aquí somos muy de llamar así al sol) aprieta, pues a la piscina toca, y para inaugurarla, los Arlequines (osea, los Cometas más grandes) se tiraron en bomba para disgusto del Jefe de Máquinas, que vió como su mimada piscina perdía la cantidad de agua que el bueno de Arquímedes constató en su «principio», por el cual 30 Cometas sumergidos en una piscina, en «bomba», desalojan una cantidad de agua proporcional al cabreo del Jefe de Máquinas… bueno, o algo así.