Así dicen en Castilla –no sé si en más sitios- los más mayores cuando la luz va desapareciendo del ocaso más pronto cada día.
Éste último turno tiene esa peculiaridad, que cuando un Cometa felicita en el Ateneo a sus compañeros de cabaña, el sol está ya poniéndose el pijama. Por eso hay un cierto aroma de melancolía en estos chicos y jóvenes que agotan hasta las últimas fuerzas las ganas de disfrutar, de divertirse, de jugar…con el nuevo curso asomando por el horizonte. Saben que se acaba este reducto de fantasía, de libertad, de solidaridad, compañerismo, risas… saben, en fin, que ahí afuera es bien diferente.
Ahí afuera corren tiempos convulsos, y un paréntesis en la cotidianeidad sirve para cargar las pilas, para saber que las cosas pueden ser mejor a partir de mejorar nuestro entorno más cercano, y aquí, estos chicos, lo hacen cada día. Fuera de tópicos y estereotipos acerca de los jóvenes, la imagen que aquí se nos presenta de las próximas generaciones es esperanzadora, son cada vez más imaginativos, más tolerantes, más optimistas, más preparados para lo que toque, y así lo contamos. A pesar de que el sol, cada tarde, se pone un poco más temprano y se van conociendo los días.