¿Qué podía impulsar a alguien a hacerse pirata?¿Por qué arriesgar la vida viviendo entre espadas y cañones en la dura mar?, ¿por una parte de un botín?.
La vida en los grandes días de la Ronda Pirata, en la Europa del siglo XVIII, era desgraciada y brutal. A la dureza de los trabajos en el campo o en las minas, donde se trabajaba desde la infancia, había que sumar miserables condiciones de hambre y frío. La injusticia social era enorme y los castigos físicos hasta la tortura eran legales y estaban a la orden del día.
Si un hombre se enrolaba en la armada o en la marina mercante quizás pudiese evitar a lo largo de su estancia ser pasado por la quilla y raspar su cuerpo contra la población de percebes que la cubrían o ser colgado de los penoles, pero difícilmente dejaría de pasar hambre o de probar el vergonzoso látigo a cambio de un sueldo miserable que podía rondar la libra mensual. Además estaba el hecho de que frecuentemente había que combatir y arriesgar la piel.
En la piratería también se arriesgaba el pellejo pero a bordo se carecía de la violencia que ejercía la autoridad oficial, la obediencia a las órdenes tenía por único objeto que el barco navegase en busca de fortuna y la posibilidad de compartir un buen botín de miles de libras era real, no muy común pero real. El pirata contaba con la libertad de cambiar de barco, de despedirse de una parte de la tripulación para armar un nuevo barco con la otra, podía amotinarse sin temer a la horca, comer una ración similar a la de todos sus compañeros y navegar por mares cálidos huyendo del frío: es comprensible que tanta libertad en aquellos tiempos resultase atractiva hasta el romanticismo.
Del extraordinario marino y mítico pirata Bartholomew Roberts 
(en la imagen) son las siguientes palabras, ilustrativas de todo lo dicho:
«En un servicio honesto, hay raciones escasas, salarios bajos y trabajo duro; en éste (en la piratería) abundancia y hartazgo, placer y comodidad, libertad y poder; y quién no desnivelará la balanza de este lado cuando todo el peligro que se corre por él, en el peor de los casos, es sólo una agria mirada a ser ahorcado. No, mi lema es una vida feliz y breve».
Fuente: La aventura del mar. Los Piratas I