No deja de resultar absolutamente sorprendente que con la única ayuda de un dibujo sobre un papel, una persona o un grupo de personas puedan llegar a dar con un lugar tan lejano como podamos imaginar, incluso si éste es un lugar muy pequeño.
Los mapas se consultan una y otra vez aunque las imágenes parezcan haber llegado a ser sobradamente conocidas. Se interroga al mapa porque él conoce la verdad y guarda en esencia el lugar o los objetos deseados. La búsqueda en un mapa absorbe nuestro interés y convierte a ese solo lugar en el más importante del mundo.
Jim Hawkins se adueña del mapa de Billy Bones, que es guardado como el mismísimo tesoro durante casi toda la aventura y resulta terriblemente inquietante, casi una rendición con tintes de desesperación, el momento en el que el Capitán Smollet se lo entrega a los piratas.
Sabemos que salir en los mapas es importante, por eso todos miramos si nuestro país, nuestra ciudad o nuestra calle, se hallan en un cierto mapa. Por otra parte, la falta de relevancia que significaría no salir en un mapa ha sido transformada por la literatura en estímulo para la aventura y en símbolo de misterio.