Durante mucho tiempo el Circo fue la única manera de asistir a un espectáculo que reunía música, bailes, humor y un montón de hechos audaces y momentos prodigiosos. Entonces no había televisión y los circos ambulantes te ponían todas aquellas maravillas a la puerta de casa.
Con los nuevos tiempos el Circo se reinventa: en algunos casos las coloridas carpas dejan de albergar el show, las orquestas dan paso a la música grabada y se piensa más en la salud de los animales exóticos que en lo que pueden hacer subidos a un taburete. El espectáculo circense sigue no obstante fiel a su lema «más difícil todavía» y consigue renovar las sonrisas de niños, niñas y mayores y alguna lágrima emocionada ante la plasticidad de los logros de los artistas.
«No juzgues a nadie antes de ver de qué es capaz», «todos los miembros de la troup son importantes para conseguir el éxito», «confía en tu compañero o compañera y esfuérzate en transmitir confianza», «disfruta con lo que haces», «descubre aquello en lo que eres especial y desarróllalo», … el Circo continua siendo una escuela donde se aprenden importantes valores que raramente se aprenden en otro lugar.
Trapecistas, saltimbanquis, payasos, acróbatas, forzudos, equilibristas, escapistas, todos han sido convocados a nuestro mayor espectáculo del mundo. Un chispa bala, una cometa barbuda, un zulú hipnotizador o una eco faquir, todo es posible con un poco de imaginación. ¡Pasen! ¡Pasen y vean de lo que somos capaces!