Es sin duda la obra que más atrapa la atención de todos los nhorteños. El cierre con amplios ventanales, la cubierta del tejado rematada con una gran chimenea, los finos remates de sus bajantes y vierteaguas hacen de este edificio una pieza singular.
Mención especial merece la pieza dedicada a cocina y almacén que ha sido forrada con una complicada piel de planchas de madera que recuerda un tangran gigante, un juguete chino para gente inteligente e imaginativa.